
Ayer vi la última película de Jim Jarmusch, The Limits of Control. Tengo la impresión que con esta cinta el realizador neoyorquino trata de decirle a su público que no se ha vendido al sistema hollywoodense, que todavía desea hacer películas tan independientes y jugadas como Dead Man o Down by Law. Su apuesta por el free style se ve verificado en su último trabajo, donde vemos un Jarmusch inspiradísimo, rigurosamente abstracto y esquivo a los calificativos fáciles. La historia en sí tendría 0 importancia si no es por el misterioso protagonista de la película que actúa con una meticulosidad zen y por esas atmosferas enrarecidas que también saber fabricar el director. La referencias filosóficas, cinéfilas, artísticas, etc. de la película, unida a una estructura narrativa episódica y reiterativa (el protagonista visita cuadros específicos del museo Reina Sofía de Madrid [entre paréntesis las mejores escenas de la película], pide siempre dos expressos antes de encarar sus desafíos, práctica tai chi o algo similar vestido de terno, etc.) dibujan un mundo sobrecargado significados y sumergen al espectador en un ejercicio algo hipnótico que juega con la continuidad entre ficción y realidad.
No es mi caso, pero todos aquellos que se decepcionaron con Broken flowers por tratarse de un historia sentimental convencional, seguramente encontraran en The Limits of Control una obra lo suficientemente noir y surrealista para estar seguros que Jarmusch y todo su glamour están de regreso.