miércoles, mayo 02, 2007

Llenar el vacío: Marc Augé en Chile

El otro día fui a la Biblioteca Nacional a escuchar al antropólogo francés Marc Augé y por poco no logro entrar a la sala. Y es que el evento estaba literalmente repleto de gente, en su mayoría universitarios, pero también escolares, muchos con sus cuadernos de nota o un libro del autor bajo el brazo. A ratos me sentía en un recital del argentino Kevin Johansen o más precisamente, en una clase magistral del maestro M. Foucault en el París de los años sesenta, época de máximo fervor intelectual según dicen, donde los jóvenes salían a las calles a hablar de existencialismo y los filósofos eran verdaderos faros de esperanza. De hecho, algún tipo de regresión simbólica al Paris de esos años tiene que haber experimentado Augé al enfrentarse a un público desplegado por todas partes del recinto, con niñas sentadas a sus pies con cámaras digitales y otro número importante de gente parada sin siquiera poder ver al expositor, pero con la sensación cierta de estar formando parte de algo importante. En jerga cinematográfica, lo de ese día en la Biblioteca fue un indiscutible éxito de taquilla.

Cualquiera diría que este fenómeno de masividad se explica por la relevancia de la obra de Marc Augé en el ambiente intelectual capitalino. Es la lectura más lógica de todas, pero sería demasiado simple. Tiendo a pensar que lo de Augé responde a otro fenómeno, a una necesidad más existencial que racional, a un interés generalizado por instancias que proporcionen sentido. (Pero un paréntesis antes de continuar. Marc Augé es conocido por su concepto de no-lugar, símbolo de los espacios urbanos contemporáneos, donde el anonimato, la frialdad y la funcionalidad se funden para proyectar la imagen de lugares sin identidad ni memoria, ciudades de usuarios y consumidores en transito: hoteles, cajeros automáticos, supermercados, autopistas, aeropuertos, estacionamientos, etc. La idea de no-lugar apunta, finalmente, a la muerte de la experiencia urbana en el sentido más romántico del término: lugares sin solidaridad ni cruces de experiencia creativas, sin intereses comunes ni socialización).

Pero volvamos a la pregunta de más arriba, ¿qué explica la fascinación que despierta en Chile el antropólogo francés? Creo que lo de Augé va más allá de una cosa intelectual, y responde a la necesidad de curas simbólicas que contrapesen la pura funcionalidad en la que estamos insertos muchas veces. No es necesario ser cristiano para darse cuenta que la gente anda en una búsqueda extraviada de sentido, instancias que permitan salir del reino de los no-lugares y reencantar el mundo con experiencias epifánicas, abundantes en significados y socialmente cálidas. No es que los autos, la TV, los microondas y Malls sean ineficaces en el mejoramiento de la vida, pero cada vez resultan menos satisfactorios, y por lo mismo, la búsqueda de sentido se vuelve hoy central, casi en un deber a partir de la cual conducir la identidad. El sentido como la manera de detener la sensación de incomplitud, de detener el flujo permanente y de dar forma a nuestras acciones.

La exposición del francés Augé - pourquoi pas - se vincula de manera profunda con este fantasma que recorre las ciudades modernas por hallar sentido y atajos para ser feliz. De alguna manera los intelectuales del mundo se han trasformado en íconos de la nueva espiritualidad, aquella que ensancha las vías convencionales para mejorar la vida y encontrarse a sí mismo. Así como hoy abundan libros, centro y especialistas de todo tipo encargados de ofrecer estilos de vida con sentido, también crecen los intelectuales que responden a esta misma lógica - desde luego no como una estrategia conciente de parte de ellos - sino como una necesidad cultural de encontrar sustitutos a la felicidad mercantil. Indirectamente, las teorías y discursos intelectuales también sirven como referentes a los cuales acudir sin mayores compromisos; podemos entrar y salir de ellos con la misma facilidad con la que entramos a un curso de hipnosis para luego entrar a otro de magia corporal. En una época en que cada vez es menos perceptible el silencio y el ruido lo monopoliza todo, los sentidos tienden volverse escasos, transitorios e intercambiables. Dicen que ya pasó la época en que los sentidos eran estables, puntos de referencia permanentes y globales para todos. Hoy esos sentidos pueden encontrarse en diferentes partes y bajo títulos distintos, incluso en una exposición sobre los no-lugares en la ciudad contemporánea.

42 comentarios:

Anónimo dijo...

Concuerdo contigo Martín con lo de la falta de sentido y sobretodo existente en los jóvenes de hoy en día. Creo que esto se debe a la falta de una ideología o una creencia más supraterrenal que en la época de nuestros papás yo creo que estaba más fuerte (como por ejemplo, según lo que ellos nos cuentan su relación con la política o con la religión católica). Hoy en día nos falta algo más profundo en que creer y seguir, por eso apenas aparece una actividad que nos pueda traer nuevas experiencias e imaginarios a nuestras vidas, tales como el yoga (y su industria), un concierto, una obra de danza o teatro... BUUMMMM saltamos los jóvenes a devorarlas! concuerdo que eso es lo que pasó con Marc Augé... aunque en parte quizás muchos estuvimos ahí también para alimentarnos de su buena teoría. Te felicito por tu blog y tu columna.

Anónimo dijo...

La falta de sentido, gran tema. La gente se suicida por falta de sentido, incluso en los países más desarrollados y en los barrios mas adinerados. Esta bien. Eso lo sabemos. Mi pregunta es por qué las cosas tienen que tener sentido. Porque no remitir la vida a pasarlo bien, amar, vivir, comer, bailar y morir. No son acaso suficientes estas cosas para ser feliz? Los mitos justamente nacen para darle sentido a las cosas. Mitificar es tratar de encontrarle una trascendencia a todo. Pero seamos sensatos, ya estamos en el siglo XXI para seguir buscando la revelación ahí donde hay solamente caos. No voy a decir que el sentido sea algo inútil, pues respeto las religiones que los buscan, pero no podemos seguir creyendo que el sentido es lo más importante cuando todavía hay gente que se muere por falta de comida. Qué antes nuestros padres tuvieran la política como sentido, vayan ellos, creo que ahora las cosas marchan mucho mejor que antes sin tantos principios mesiánicos y supraterrenales. El sentido debería ser nada más que ser eficiente y felices en lo que hacemos, lo demás son nostalgias de un mundo primitivo que con esfuerzo ya superamos.

Anónimo dijo...

¿"eficientes y felices en lo que hacemos"? ¿eso llamas tú vivir la vida? Perdón, pero aquí si estamos topando. Si la vida se trata de una seguidilla de pequeñas acciones eficientes, ¿para qué estamos acá? Sí, está bien de que no estemos pensando en cada paso que damos hacia dónde vamos y qué significará para nuestra vidas (tampoco tan densos), pero no creo que es satisfactorio o nos hace felices (si es que de eso estás hablando finalmente) sentirnos unos robots inconscientes de lo que hacemos. Creo que por algo en todas las sociedades han existido formas trascendentales del ser humano que intentan explicar el por qué estamos aquí... ¿y por qué hoy en día no van a existir?. Creo que esto no tiene que ver con una época, es una condición intrinsica del ser humano. La vida es muy linda para pensar que todo es circunstancial... Salud por eso!

Anónimo dijo...

Aquí, la persona que me antecede, insiste en que el sentido es algo absoluto en la condición humana. Pero mi pregunta es que hay detrás de ese sentido. Se ha dicho que el sentido es básico para lograr estados de felicidad. Pero seamos claros; la felicidad responde a un instinto egoísta, a un deseo inmediato de satisfacción. Los demás son especulaciones trascendentales anodinas. Claro, necesitamos decir que nos orientamos por un “sentido” para camuflar esa necesidad humana de satisfacer nuestro deseo. Como el deseo no los podemos satisfacer automáticamente, y tratamos de evadir las frustraciones, buscamos formas eficaces de conseguirlo, ojala de manera más rápida que los demás competidores que también buscan la forma de realizar sus deseos. No hay nada que hacer, es la búsqueda de los propios intereses lo que prima, es un egocentrismo instintivo, casi animal, y mientras más lo camuflamos mejor resultados obtendremos. Y en ese sentido, que me perdone el que no lo comparte, es acertado decir que la vida es una seguidilla de pequeños pasos eficientes, ya que cada día se van descubriendo nuevos senderos para realizar de mejor manera nuestros deseos. Como diría Freud, la búsqueda de sentido es una forma sublimada de realizar nuestros pripios instintos egoístas. Somos animales egoístas, y las religiones que trabajan promoviendo el sentido no hacen otra cosa que ocultar eso.

Anónimo dijo...

Ho

Anónimo dijo...

Un regalo, un explosivo.

Advertencia: Sólo aptos para espíritus que aman el peligro, que se arriesgan a vivir sinceramente y que no se refugian cobardemente en caminos trazados, en senderos ya seguidos por otros.

Como bien dijo el viejo Borges “Que todo sea por primera vez”

La raíz de una sociedad es el hombre y es ahí donde radica la real problemática de la felicidad.
Creo que la desnutrición espiritual es producto de carecer de vida interior, eso significa llevar una vida con sentimientos que sólo viven en la superficie de la mente.
El hombre de hoy vive lleno de fantasías, sueños e imaginaciones que lo esclavizan, que no lo dejan descansar de noche ni de día.
Es cosa de observar el terror que existe al silencio de la soledad ¡Como huyen!
¡Cómo arrancan! desesperados a llamar a un amigo que los salve de ese infierno interior en el que viven inmersos.
El problema central radica en el poco o nulo ejercicio para reconocer sus propios procesos interiores. De ahí el ruido interno, esa charla constante que los tortura y los agobia. Son esos miedos imaginarios que los atormentan en sus horas de soledad que es señal de una pobreza interior que los lleva a vivir vidas mediocres, frívolas y superfluas.
Pero todo eso esta bien escondido, como la basura que se esconde bajo la alfombra.
Por ejemplo hay muchos que caen rendidos en los brazos de otros creyendo ingenuamente que con ello superaran su pobreza, su aburrimiento, su mediocre vida, y no saben que el otro se ha vuelto una necesidad para su vida, en el fondo una dependencia y esclavitud que ni ellos mismos controlan. Hay un exceso de preocupación por lo que los demás piensan de nosotros.
Por eso la única fuente de felicidad real es la que surge del insondable y misterioso mundo interno del hombre.
Hoy el mundo ofrece todo tipo de ofertas de “estilos de vida con sentido” que no son nada más que un consumo fácil, desechable y sin complicaciones. ¡Al gusto del consumidor! Hoy hasta lo holgazanes se las dan de místicos e intelectuales postmodernos.
Hay unos que especulan que la política puede ser su camino de salvación. ¡Pero se engañan! La política no es más que un rincón de cobardes, donde huyen, y arrancan con el fingimiento de que se preocupan por los demás, y no dicen que en el fondo están buscando un minuto de fama, un poquito de atención a su putrefacta existencia, una necesidad tonta y estúpida de relacionarse con gente “importante”. Hay algo que llama la atención que los políticos se sienten con una superioridad moral frente al resto de las demás personas. ¡ Banda de patudos!

Que fácil es huir a resolver los problemas a los demás, mientras esconden los deseos más vergonzosos y egoístas que pueda padecer un ser humano.
Seres incapaces de observarse a sí mismos. Algunos creen que el acto de observarse y examinarse es algo egoísta y narcisista.¡Pero por favor! Observarse en la desnudez es un acto heroico, no observarse constituye un crimen a nuestro espíritu, una traición a nuestra alma. ¿Pero por qué lo rechazan? Porque prefieren mirar la paja en ojo ajeno, y
Así seguir en el proceso de evasión. Muchos corren a atontarse con el mundanal ruido de la tele, la radio, la prensa, las noticias, el Chat, el celular, eso si que es cobardía egoísta y narcisista, ser incapaz de profundizar en sus propias emociones.
Hoy como nunca vemos como millones de personas desperdician sus vidas en malls, museos, teatros, cines y toda la maquinaria urbanística que se ha montado para embrutecer, para cazar a los bobos y seguir el camino de lo falso, de la mentira, de la moda, del repugnante éxito de taquilla.
El mundo se ha plagado de seres Light, superfluos, frívolos, banales, de cerdos que no se concentran en nada, de brutos que tienen la cabeza llena de pajaritos. Lo único que saben hacer es: Quejarse y Quejarse.
En eso tiene razón Freud “el deseo siempre va ser egoísta y animal” que esconde odio, miedo, sufrimiento, agresividad, en el fondo una flaqueza de espíritu que apesta.
Ni miles de Marc Auge, ni Foucaults, ni Dalai Lamas, ni centros de Yoga, ni librerías, ni bibliotecas, van a sanar esa herida que gotea día a día litros de sangre y toneladas de semen.
El mundo quiere que muchos revienten de sexo y masturbación, y que todos queden dopados con la morfina de placer pasajero, fugaz y egoísta. Succionar todo el potencial creativo del hombre. Es decir secarlo, esterilizarlo.
La ciudad no es más que un laboratorio para hundir y atrofiar el poco cerebro humano que va quedando. Tener un mundo ansioso de noticias, gente asfixiada y ahogada por las estupideces del mundo.
Como ejemplo el Metro se ha convertido en un verdadero laboratorio, se programa a la gente repartiendo diarios, para que todos estén informados de las calenturas de los políticos, todos escuchando por audífono cualquier huevada para darle un poco de sabor a su triste vida, televisión, publicidad y toda una invasión de caca, que tiene como espíritu distraer y distraer, no dejar tranquilo a nadie, cosa que nadie se escape del PLAN. Tener a todos controlados, tener a todos en el pantano de la insatisfacción y así seguir consumiendo infinitamente.
Pensar que muchos se derriten con el paraíso artificial, que muchos adoran como ovejitas al santo de estos tiempos al repugnante “ Progreso Mammon”

Anónimo dijo...

Segunda parte


Recuerdo a los viejos de mi tierra verdaderos maestros de la multiplicidad, espíritus múltiples, músicos, cantores, artesanos, carpinteros, dibujantes, navegantes, profesores, sacerdotes, gente sencilla, austera y callada pero con una enorme capacidad de autoaprendizaje, con un impulso interior profundo por conocer, cosa que no fue fruto del mundo, ni de ninguna política publica, ni educación estandarizada.
Hoy más que nunca hay que autoeducarse, autoformarse como los hacían los antiguos.
Esperemos que los profetas de la felicidad moderna, se atrevan a ser un recorrido por tiempos pasados ellos saben mejor que nosotros los que es la tranquilidad, la felicidad,¡ a ver si se le abren los cesos un poco!

¡La felicidad no es asunto del mundo! ¡Por que no es esclava de los argumentos, ni de las palabras.!
¡Las ciudades no son infelices, ni tristes, ni feas, la fealdad esta en el ojo de quien las observa! La depresión no esta en la ciudad, esta en el interior de cada ser humano.
El hombre que se sumerga en las profundidades del alma es el único que tendrá asegurada la felicidad, porque es allí donde habitan las grandes verdades que deben ser sentidas, y dije sentidas con toda la fuerza de la vida.
Un ser feliz es un ser vital, vigoroso, creativo, llameante de entusiasmo e intensidad. Debe ser fuente de inspiración para otros. Que yo sepa haya dentro, bien haya dentro no llegan las engañosas estadísticas ni ningún plan político.
El heroísmo esta en conquistar cada minuto de la vida.

“Me he alejado de los que creen que el silencio es ignorancia”
K. Gibran.

Anónimo dijo...

Leí con atención los arrebatos de furia del anónimo anterior que nos regaló un manifiesto “explosivo”.
Hace poco vi nuevamente la memorable película “Taxi Driver”, en la que un joven taxista se hunde en un espiral de soledad, alimentado por la náusea frente a la basura obscena que lo rodea en el Nueva York de los ’70, la Babilonia del siglo XX. Varios de los alegatos de nuestro anónimo contribuyente encajarían de maravilla en la boca de Robert de Niro, sobre todo con su look punky. Ojalá que nuestro anónimo contribuyente no ande armado por las calles, porque correríamos todos peligro.

Pero al final de la película, el taxista alcanza la redención, y recobra su salud espiritual, tras un pequeño acto de caridad que lo transforma en un héroe. Al salvar la vida de un simple ser humano, el nauseabundo se reconcilia con el mundo. El asco es transmutado por la compasión: solo así llega a ser energía constructiva.

Darse cuenta de que el ser humano es más bestia que ángel no es una gran proeza de ascetismo: es apenas una observación de lo evidente. A decir verdad, es el punto de partida. La prueba de la sabiduría está en sentir compasión por la miseria del mundo. Sólo así se puede aspirar al heroísmo: con pequeñas acciones cotidianas sembrar rosas en un valle de lágrimas.

Advierto en el anónimo contribuyente algunos clichés:

1) Las separación tajante entre “los otros” (los caídos) y “yo” (el puro, o al menos, el que advierte por medio de una iluminación privada la perdición de los otros). Los otros son los que “huyen y arrancan”, los de “mediocre vida”, “los que desperdician su vida”. El mundo está “plagado” de estos “cerdos que no se concentran en nada” y que “revientan de sexo y masturbación”. En contraposición, el “yo” de nuestro anónimo amigo es un profeta: aquel que observa “el terror que existe”, y nos aconseja el conocimiento de uno mismo como antídoto.

2) El elitismo: esta prédica de la náusea está destinada sólo para “aptos”, “aquellos que se arriesgan a vivir sinceramente”.

3) El desprecio de la política: para nuestro anónimo profeta, la vida pública (ese obrar en conjunto en busca de un destino común) es putrefacción. Alega que los políticos se sienten con una “superioridad moral” (¿no hace él lo mismo, como queda en evidencia en los puntos 1 y 2?). Pero si no tenemos líderes a cargo de forjar un destino común, ¿hay alguna redención posible fuera de las iluminaciones privadas? ¿No sería un mundo de ascetas incomunicados aquél donde no se alce un “jefe de la tribu”? ¿Acaso no se enriquecen los seres humanos cuando buscan en conjunto un ideal y se imponen como tarea hacerlo realidad? Estamos todos de acuerdo en que hay que mejorar la calidad de la política, pero eso es muy distinto a negarla.

Nuestro profeta, en su primera intervención, denuncia; en su segunda intervención, anuncia. Pero lamentablemente, no hay nada nuevo en este anuncio: es pura nostalgia. De un paraíso que, por lo demás, nunca existió.

Y sobre esta nostalgia de una edad de oro inexistente, tengo mucho que decir.

Las reflexiones de los sabios que han logrado sobrevivir los avatares de los siglos son un producto destilado de una realidad histórica mucho más compleja. Lo que hoy leemos fue atesorado durante siglos por bibliotecarios que seleccionaron los mejores fragmentos que produjo la humanidad. Los sabios de antaño son aquellos que poseían el monopolio de la palabra. Hoy, cuando el 98% de la población sabe leer y escribir, olvidamos que antes de la revolución francesa la palabra escrita era privilegio de unos pocos. Las miserias cotidianas de los milenios que nos preceden han sido silenciadas por la historia. Los bibliotecarios no quisieron dar cuenta de los horrores, el hambre, la decadencia moral, la banalidad, la falta de sentido y la putrefacción masiva de los millones de seres humanos anónimos que nos engendraron. Nos legaron así una imagen estilizada del pasado que hoy alimenta nuestras esperanzas.

A nuestro anónimo profeta, que minuciosamente enumera nuestras miserias contemporáneas, le aconsejo que mire con más agudeza el pasado. ¿No fue el siglo XIV, cuando la peste negra mató a un tercio de la población de Europa, un espectáculo de horrores en que la putrefacción humana florecía entre cadáveres devorados por ratas? ¿No se escondía detrás del telón aristocrático del la corte de Luis XIV una procesión de todos los vicios morales posibles y de todas las bajezas humanas imaginables ejercidas con exquisito refinamiento?

Lo único que diferencia a nuestra época de las pasadas es que hoy todo es público. Señor profeta: bienvenido a la democracia. Estamos en la época de las masas, donde todos pueden (tal como lo hace Ud. y yo) divulgar nuestras ideas, ventilar nuestras ansiedades, vociferar nuestras demandas, exhibir nuestros pecados, erigir nuestra lujuria como un monumento público. Pero la lujuria, la vanidad, el egoísmo y el vicio no son hijos de nuestra época, sino parte consustancial de nuestra naturaleza. Y son más viejas que la palabra escrita, aquel receptáculo de paraísos imaginados. Las palabras son mariposas engendradas en la carroña, y sería ingenuo confundirlas con la verdadera naturaleza del ser humano, ese híbrido de ángel y bestia.

La democracia significa precisamente la posibilidad de alzar la voz sin necesidad de estar en lo correcto. Por el solo hecho de existir, se tiene el derecho a ser escuchado por los demás. Ese privilegio es nuevo en la historia. Es el imperativo ético de la igualdad. Sin elitismos, porque el elitismo es la pretensión de verdad, y en esa pretensión hay un acto de poder inaceptable para la dignidad humana.

El desafío de nuestra época es, entonces, separar la paja del grano; encontrar un sonido armonioso en el ruido que nos rodea y que nos ensordece. La pregunta de fondo es: ¿Qué sobrevivirá de nuestra época? Del torrente de palabras e imágenes que hoy producimos y multiplicamos hasta la obscenidad, ¿Qué atesorarán los bibliotecarios futuros como el fruto más preciado? Somos impotentes para entender nuestro propio momento histórico. La tragedia de la filosofía es que teoriza sobre el pasado pero no puede explicar el presente. Estamos ciegos frente a lo que nos rodea.

La tarea del héroe moderno es darle sentido a lo informe, al vendaval cruel que nos embarga y nos arrastra a la deriva. Estamos en la época de la hiperinflación de significados banales, incompletos, efímeros. Y hoy, más que nunca, no podemos cerrarnos a la vida colectiva. Sería un acto de crueldad injustificable. Nos necesitamos unos a otros para forjar un sentido consensuado, dialogado, construido. Para ello, es necesario reconocer al otro como un igual. Los sistemas filosóficos pasan y se olvidan, pero el dolor humano no reconoce épocas. Ya lo decía un dramaturgo: lo único real es el dolor.

El problema de las edades de oro idealizadas es que presentan un sistema monolítico de sentido. El peligro es la asfixia. La supresión de lo nuevo. La pérdida de la individualidad. El monopolio feroz de la verdad.

Me declaro liberal porque creo que lo más digno del ser humano es su búsqueda: valen infinitamente más las preguntas que las respuestas. Ningún consenso mayoritario puede suprimir la búsqueda auténtica y solitaria de la verdad. Porque la verdad no se encuentra, sino que se construye, es inaprensible, como el agua o el viento: siempre se nos escapa, siempre está más allá. Mi liberalismo es tan solo la cara pública de un escepticismo vivido con la más íntima convicción.

Con el mejor espíritu invito a nuestro amigo algo extraviado, a nuestro furioso profeta, a reconciliarse con la democracia, con esa pluralidad de vociferaciones más y menos sabias, más y menos auténticas, y aprender la compasión. Cuando el asco por los otros se transforme en compasión, toda la energía de la denuncia será energía de la construcción. Y así, como lo soñó Rimbaud: “A la aurora, armados de una ardiente paciencia, entraremos en las espléndidas ciudades”.

Anónimo dijo...

Lo único que me queda claro, es que el nivel de los comentarios supera con creces al artículo original que suscitó este interesante diálogo. Así como va, creo que Martín va a tener que compilar estos comentarios y transfórmalos en algo más serio. Una publicación en Artes & Letras del Mercurio podría ser una posibilidad.

Anónimo dijo...

Señor Pablo A. González: sufre ud. de esquizofrenia?

Anónimo dijo...

El comentario de Pablo es sumamente acertado y representa en gran medida mi pensamiento. Felicitaciones Martín por tu artículo, está realmente muy bien escrito. Este debate se merece una buena recopilación.

Anónimo dijo...

¿Y por qué tildar de esquizofrénico a Pablo, si es precisamente el tipo más cuerdo en toda esta conversación?

Anónimo dijo...

Creo que la felicidad - concepto sospechoso debido a su vaguedad - pasa por la construcción de uno mismo. Este sería un segundo momento - el positivo - de la libertad. Pero sólo la libertad negativa ("libertad de-") sería condición de posibilidad de dicha construcción. Traigo a presencia a Diógenes "el Perro" quien se propuso "invalidar la moneda en curso" (de donde Nietzsche toma la "transmutación de todos los valores"), estando en contra de toda convención social. Sólo a contracorriente el cínico es auténticamente libre para forjarse a sí mismo. Si bien Sartre estaba en lo cierto al poner en manifiesto que estamos condenados a la libertad - es decir a elegir, a tomar decisiones con las cuales nos constituímos -, la cuestión es tomar conciencia de que somos cada una de nuestras acciones y elecciones. Como Sísifo, debemos cargar con ese peso, el que para la doctrina del eterno retorno de lo mismo era "el peso más grave". En palabras del padre de Zaratustra:

"Si ese pensamiento - [el del eterno retorno]- adquiriera poder sobre ti, te transformaría, a ti, tal como eres, y quizás te aniquilaría; ¡la pregunta, respecto de todo y de cada cosa: ‘¿lo quieres otra vez, e innumerables veces más?’ yacería sobre tu actuar como el más grave de los pesos! ¿O cómo tendrías que reconciliarte contigo mismo y con la vida para no pedir nada más que esta última, eterna rúbrica y confirmación?"

Entonces, es posible distinguir dos modos opuestos de enfrentar este peso: dejarse atraer al abismo o convertirse uno mismo en un contrapeso aún mayor.

Con respecto a lo dicho, me parece que es posible rescatar ciertos aspectos de la ascética, tales como la individualidad y el dominio de uno mismo. Junto con las escuelas socráticas menores - epicúreos, cínicos y estoicos -, los ascetas practican el árduo arte del dominio de sí. Esto es fundamental para deshacerse de deseos que obstaculizan la felicidad (nótese el paralelo también con Heidegger y su estar "caído" en la cotidianidad, "perdido en los entes"). En todo caso, debo aclarar que valoro esta ascética únicamente como camino hacia los puntos rescatados anteriormente, porque en lo personal soy partidario más de un hedonismo que de una ascética (creo que, en algunos casos, ambos caminos pueden llevar a lo mismo), y me opongo a todo ideal ascético como el cristiano. Puede que algunos vean una contradicción en lo concerniente al hedonismo y al desacerse de algunos deseos. Sólo en favor de disipar dudas - ya que no viene al caso extenderme en este punto - debo decir que esta aparente paradoja se desvanece al concebir el deseo como exceso y no como falta.

Este camino de autodominio y autoconocimiento es, sin duda alguna, personal. Si bien encontramos aquí un proyecto individual, esto no quiere decir que el Otro quede excluido de toda esfera de nuestra vida. Por otra parte, la configuración actual de la sociedad, junto con sus sospechosos ideales gregarios, me producen una profunda desconfianza.

Anónimo dijo...

Me gustaría también discutir algunos puntos de los comentarios anteriores.

Respecto de la relación entre “falta de sentido” y suicidio, pienso – junto con Camus – que el hecho de que este mundo no tenga sentido no significa que deba abandonarse. En absoluto, no atribuirle un sentido trascendente a la existencia no implica quitarse la vida. Prefiero bandonar los sentidos trascendentes para abrazar los inmanentes. El absurdo no conduce al suicidio. Es pertinente aclarar que con esto no estoy condenando la opción del suicidio ni mucho menos. Por otra parte, no me deja indiferente el que comunmente se la atribuya sentido a cosas o estados de cosas, en lugar de reparar en la donación o proyección de sentido propia del hombre. ¿Radicará el sentido en su fuente misma? ¿Será el sentido quien lo dona?

Otro de los comentarios nos brinda una frase escandalizadoramente irresponsable. Si bien estoy conciente de que estos son simples comentarios a raíz de un artículo en un blog, creo que, en función del debate generado, un poco de claridad y justificación es lo mínimo que se puede pedir. ¿Qué quiere decir “la vida es muy linda para pensar que todo es circunstancial”? ¿Por qué razón lo circunstancial le quitaría valor a la vida? ¿En qué sentido se está usando la palabra ‘circunstancial’? No es posible distinguir el más mínimo esfuerzo por desarrollar un poco una aseveración que no pasa de ser panfletaria. Para qué hablar de su fundamentación, la cual brilla por su ausencia... Es de esperar que el autor de dicha afirmación se tome la molestia de explicar(se) un poco.

En relación a otro de los comentarios, creo que el Sr. Pablo González le haría un gran favor a la discusión si mejorara su argumentación, ya que su lógica deja mucho que desear. No hay hilo conductor alguno; da saltos de un tema a otro. Como si fuera poco, incurre, sin atisbo de verguenza alguno, en la más flagrante contradicción performativa al tildar a alguien de “cliché” para luego deleitarnos con su prosa poética: “sembrar rosas en un valle de lágrimas”... Su asociación libre – por no decir caprichosa – revela que no logró comprender lo dicho por el anónimo anterior, a quien critica puntos que no se deducen de lo expuesto, además de continuar su crítica sin darse cuenta que algunos de sus puntos defendidos son perfectamente conciliables con los del criticado. Creo que el Sr. Psiquiatra Anónimo es agudo al diagnosticarle la consabida patología mental, ya que su exposición presenta planteamientos contradictoriamente bipolares, no conciliables, y no se vislumbran intentos de explicarlos (aunque debo alcarar que no concuerdo con la forma de nuestro psiquiatra-opinólogo). Por otra parte, el Sr. González profiere el calificativo de “profeta furioso” (nótese el parecido con la manera en que Platón se refirió a Diógenes de Sinope; a saber, “un Sócrates enloquecido”), por lo que nos aventuramos a conjeturar que se inclina por las personalidades tibias y los temples pusilánimes, desdeñando así a quienes, como el marqués de Sade, desean ser vesubianos.

Por último, quisiera dirigirme al Sr. Reyes. Debo confesarle que su apología del Sr. González – basada en la cordura - frente a lo diagnosticado por el Sr. Psiquiatra, hizo que se me erizaran los pelos. “Cuerdo”, en el sentido en que ud. lo usa, hace referencia a lo que es convencional y socialmente aceptado. Me parece que alguien que apela al sentido común para sustentar su opinión lo hace porque no tiene nada más que decir (o porque piensa que n+1 siempre tendrá razón frente a n). Si se siente en gran medida representado por lo expuesto por su defendido, me veo en la obligación de aconsejarle que consulte a nuestro especialista experto en psiquiatría.

Anónimo dijo...

¡¡¡Qué aburridos son los filósofos!!!

Parece que su oficio consiste en embetunar sus opiniones con citas pretenciosas, oscurecer afirmaciones triviales con trabalenguas, y fingir un aire docto con modismos empolvados por el desuso.

Después de las venenosas falacias ad hominem del señor Zarzar, por hidalguía intelectual he tenido que sufrir el castigo de releer su diatriba. En el pajar de citas inconexas y aclaraciones didácticas (que no intentaban ayudar al lector, sino consignar la autoridad del escribano) me costó encontrar la aguja de una idea clara y distinta.

Parte diciendo que la felicidad pasa por “la construcción de uno mismo”. Luego “trae a presencia” a Diógenes, para seguir sacando del sombrero a Sartre, Nietzsche, Heidegger, Camus y Platón. Se las arregla para introducir dos mitos (Sísifo y el Eterno Retorno). Además, nos explica cuáles fueron las escuelas socráticas menores. Todo eso para decir nada. Como se ve, el oficio del escribano Zarzar es la prestidigitación y el insulto.

Tratando de quedar bien con a moros y cristianos, sentencia que “la felicidad es un asunto individual”, pero rápidamente retoca que eso “no excluye al Otro de nuestras vidas”. Aplaude la ascética, para luego decir que prefiere el hedonismo, y remata con que ambas conducen a lo mismo. Tratando de conciliar lo irreconciliable, este presunto maestro del rigor parece más un candidato presidencial que un pensador que intenta discernir lo verdadero de lo falso.

Ordenar nuestras ideas con rigor y claridad es una tarea que debemos ejercitar día a día. Pero el señor Zarzar, que escribe con los pies, es el menos indicado para sermonearnos. Su autoproclamada claridad conceptual existe en su imaginación vanidosa y no en su prosa deplorable. En vez de mostrarnos un hilo conductor, con su diatriba nos regala un “patchwork” de citas mal encajadas.

Para justificarme ante estas acusaciones virulentas, aclaro que mi intervención no intenta rebatir los argumentos del anónimo que me precede (y que por lo demás es un amigo mío muy querido), sino combatir una actitud nociva para él mismo: el asco por los otros.

C. dijo...

Que lata.
La pedantería y pretensión de estatuto de verdad que leo en cada uno de estos posts lo único que me aportan es el darme cuenta del gran peligro que significa la inteligencia sin cultura: caer en la arrogancia. Dicen que ese es el mal del que se cree filósofo y no lo es.

Yo, la verdad, prefiero equivocarme.

Saludos.

Anónimo dijo...

Sr. González:

¡Apareció el hombre!(o para que te rías de mí: Ecce Homo!) Bien. Me gusta más este Pablo que el otro. También me gusta más esta prosa que la otra, más ácida, más aguda, aunque sea yo la víctima...

Lo sé: debe haber sido una lata leer lo que escribí. Fue una lata escribirlo. Efectivamente, los filósofos son aburridos, por lo menos los de hoy, que tienen poco y nada de filósofos rjeales. Pero yo no soy filósofo, aunque eso no me quita lo aburrido.

Lo de las citas es por algo así como "honestidad intelectual". Hay otros que lo dijeron antes y de una manera mucho mejor. Entonces, ¿por qué no compartirlo con los demás? Además venían al caso, al igual que las citas de Borges, Freud, Gibran, Rimbaud y algún dramaturgo. No logro comprender por qué le molestan tanto las citas atingentes, Sr. González. Espero que no se sienta disminuído por algo así, porque en esas citas hay una invitación a seguir leyendo. Lo de las explicaciones, que según ud. no están destinadas a ayudar al lector, es justamente para que cualquiera pueda entender e integrarse a la conversación, o ud., el mismo que critica el elitismo y celebra la sociabilidad, ¿prefiere un lenguaje obtuso y críptico?

De todas formas, considero que su crítica tiene más valor por su forma que por su contenido. Hablar de autores, mitos y otras cosas no fue "para nada", como ud. dice. Eso es evidente. Eso sí es "claro y distinto". Por otra parte, no me interesa quedar bien con nadie, menos con gente que no tengo el gusto de conocer. Lo extraño de su crítica es que llega después de la segunda parte, donde lo critico a ud., y no luego de la primera. Esto hace pensar que ud. está inventando críticas de contenido que no criticó antes, sólo motivado por la corrosión sufrida.

No veo la contradicción entre que la felicidad sea un asunto individual y el que esto no excluya al Otro de nuestras vidas. Criticar la sociedad no implica no tener afinidades electivas. Un ejemplo más claro puede ser lo que ocurre en una relación sexual: gozar del goce del otro no será nunca gozar el goce del otro. Asimismo, el Otro tiene un papel significativo en la construcción de uno mismo, pero sólo como ejemplo a seguir o como "medio de contraste", ya que nadie puede "construir a otro", nadie puede vivir al otro. Había que ser un poco más sutil.

Con respecto a lo del ascetismo-hedonismo, creo que está claro. Si para ud. no hay diferencia alguna entre decir "tanto ascetismo como hedonismo conducen a lo mismo" y decir "creo que, en algunos casos, ambos caminos pueden llevar a lo mismo", allá usted. Todavía falta un poco más de sutileza.

Por último (al fin!) le cuento que tenemos un amigo anónimo en común. De hecho, llegué a este blog por él y con la intención de leer su opinión. También R. me habló de su crítica.

Un abrazo, por lo demás sincero (aunque ud. no lo crea).

Anónimo dijo...

Catalina A.:

Tienes razón: es una lata. Pero no considero que los posts sean pedantes, ni arrogantes. Cada uno está opinando y tratando de defender su opinión. Además, la sátira y la crítica ácida son interesantes, y hacen que uno se ría sanamente. ¿Cómo va a ser arrogante el más ácido de los filósofos, Diógenes de Sinope, masturbándose en la plaza pública de Atenas?

Te cuento que al parecer somos compañeros, aunque no estoy seguro de que hayamos compartido algún curso. Interesante tu blog.

Que estés bien.

Anónimo dijo...

El Señor Pablo Gonzalez es un adicto a las nuevas sustancias químicas de la política internacional.
¡Necesitamos un tratamiento de urgencia!
El consumo activo de drogas alucinógenas como democracia, igualdad, fraternidad, libertad produce un severo deterioro de las capas internas del cerebro. Se han detectado casos de consumo masivo en Universidades donde los chamanes del nuevo orden mundial
entregan grandes dosis de estos estupefacientes.
Esta seducido por un mundo donde reinan los discursos, donde reinan las bonitas y hermosas palabras.
“Democracia, igualdad, libertad"
No veo lo uniforme, lo igual por ningún lado. No se donde este señor ve la igualdad " Como un concepto abstracto ¡Por favor! Lo que esta claro que todos somos distintos, y si en lo que ha fallado este sistema de masas, es creer estúpidamente que todos somos iguales. De manera de ahogar ahora y mas que nunca al individuo.

¿ La democracia no será la prostituta elegante y fina que le ha prestado el culo a los grandes monopolios comerciales ? ¿ La democracia no será el ángel de luz que ciega a muchos? Pero los pastores de la LUZ DIVINA saben manejar muy bien los sentimientos de las grandes mayorías. Ellos han investigado muy bien la dieta que hay que suministrarles: cultura entretenida, educación entretenida, discursos emocionantes, hacerles ver que hoy todos deben cumplir sus sueños. Sueños de ser ricos y millonarios, exitosos, y que todos accedan al maravilloso país de las grandes maravillas, de los grandes rituales consumistas. ¡ Que me desmienta esto el señor Pablo Gonzalez! ¡ Viva el mundo donde todos cumplen sus sueños! Sueños que esclavizan, que someten, que esconden miseria humana.
Estos son los tiempos donde el Imperio coloniza y esclaviza psicológicamente.
No pienso ser cómplice de la brutal agresión al espíritu humano, erigiendo discursos presidenciales pensados para no irritar a nadie. O a lo mejor en los ataques hay mas amor a la humanidad que en discursos concensuados y mamones, hay que recordar como el Maestro Jesús trataba a los tibios,con una dureza impresionante decía: “A los tibios y cobardes los vomito por la boca” u otro penetrante “ No vine a traer paz al mundo, vine a ser la guerra”. Y sin embargo amaba profundamente al ser humano. A otros los trataba de “Raza de víboras” .
Parece que el hombre moderno le asustan las palabras fuertes, la interpretan como asco u odio.
Ah.hh Y lo de los ataques personales. El ataca a la persona, no ataca el mensaje.
¡Que niege que miles de seres no se concentran para nada!
¡Que niege que hay miles que desperdician sus vidas!
Qué pocos accedan a las cumbres del alma es algo indiscutible aunque el embriagado Pablo Gonzalez le duela en su coranzocito compasivo. La verdad no es una conclusión filosófica guardada en un libro, o en una vieja biblioteca. La verdad es algo vivo, un fuego intenso que arde intensamente.
La verdad es astuta y sabia se esconde en lugares donde nunca va el ser humano. ¿ Sabes donde? En el corazón humano, haya dentro en el núcleo mas intimo de cada hombre, es gratis, no tienes que pagar nada. Sólo tienes que dar tu vida, ese es el precio. ¿ Estas dispuesto? No queremos palabras muertas, filosofías muertas, queremos que detrás de cada palabra exista un alma viva y ardiente.
No pretendo ser un profeta, ni un guía, ni maestro de nadie, ni menos aún consejero. No digo verdades ni falsedades, sólo invito cavar hasta las raíces las plantaciones de opio de esta época.

Un saludo al nuevo integrante Zarzar, la intervención la gozé como una cucharada de miel.
Me encanto el segundo comentario de Pablo ¡apareciste!



¡Un abrazo a los lectores que corren a esta fiesta!

Ronald

Anónimo dijo...

Sutil Sr. Zazar:

Me gustaría que me explique esa sutileza de: “gozar del goce del otro no será nunca gozar el goce del otro.” Para mí es el epítome de los trabalenguas que fascinan a los aprendices de filósofo.

Le aclaro que no condeno las citas atingentes. El problema es que ninguna de las suyas lo era.

Iván Pinto dijo...

Accedí acá gracias a Martín. Saludos.

Protesto por los términos en que es leída la venida de Augé. Aunque la producción intelectual no esté exenta del consumo (y por ende, no está afuera de la relación entre deseo y mercancía). Para algunos aún la teoría, la crítica y el pensamiento no son solo "referentes a los cuales acudir sin mayores compromiso" donde podamos "entrar y salir de ellos con la misma facilidad con la que entramos a un curso de hipnosis para luego entrar a otro de magia corporal". La cantidad de elementos subyacentes a esta declaración obliga a cuestionar de frente la lectura facilista al respecto del rol del intelectual (y del sociólogo, vamos) en un campo específico como la producción de ideas (¿No era Bordieu el que aparecía citado por estos lares?). La solución final del artículo: "Dicen que ya pasó la época en que los sentidos eran estables, puntos de referencia permanentes y globales para todos. Hoy esos sentidos pueden encontrarse en diferentes partes y bajo títulos distintos, incluso en una exposición sobre los no-lugares en la ciudad contemporánea", se me aparece a destiempo (con respecto a tiempos de la teoría global: pensemos en un Zizek, en un Agamben, un Homi Baba o en un Ranciére), despolitizada (con todo lo que eso pueda significar en un contexto político específico) y lisa y llanamente irresponsable. Gracias a algunos otros textos, podemos distanciar el "ironismo" posmoderno y la lucha específica por espacios de significación en la modernidad tardía.

Anónimo dijo...

Ha vuelto el profeta, con renovados bríos de furia. Está “en las cumbres del alma.” Ha ascendido tanto en su elevación espiritual, que a semejante altura ya no encuentra suficiente oxígeno para irrigar sus neuronas.

Con espuma en la boca, hinca sus colmillos en los ideales republicanos. En medio de visiones apocalípticas, esta especie de anacoreta part-time ha decidido emprender una nueva cruzada para destruir “hasta las raíces las plantaciones de opio de esta época”. Entre las iluminaciones y los apagones que ocurren en su mente paranoica, huele conspiraciones, sospecha de maquinaciones secretas, ve encantadores de serpientes que manipulan a las masas, denuncia un “Imperio que coloniza y esclaviza”.

Blandiéndolas como una espada, abusa a su antojo de las palabras del profeta nazareno para acusarme de tibio. Pero no me asustan sus terrores milenaristas. Yo soy de otra estirpe.

Mi temple es la serenidad y mi cruzada consiste en comprender mejor a los seres que me rodean. Mi única arma es el diálogo. Adhiero a los ideales republicanos, los mismos que emanciparon al hombre de la tiranía monárquica y del oscurantismo, ambos sacramentados con óleo vaticano.

Examinemos su prédica:

Nuestro querido amigo celebra la libertad cuando es para él, pero la condena cuando es para los otros.

Observa que “somos todos distintos” (¡vaya novedad!), pero concluye equivocadamente que es “una falla del sistema de masas creer estúpidamente que somos todos iguales”. Nuestro amigo no entendió que la promesa de la democracia es que los seres humanos son IGUALES EN DIGNIDAD. Precisamente en virtud de esa igualdad en dignidad los diferentes caminos de vida que elegimos libremente son legítimos. TODOS legítimos, porque nacen de la libertad ejercida por personas iguales en dignidad.

Equivocadamente, nuestro amigo alega que la igualdad se utiliza para “ahogar al individuo”. Pero la igualdad en dignidad precisamente legitima las diferencias entre individuos. Es sólo la igualdad de resultados, que buscan los regímenes totalitarios y no las democracias, la que ahoga al individuo.

Por otra parte, constatar que los ideales republicanos no se realizan cabalmente no los invalida. Son, precisamente, ideales. Algo que se quiere alcanzar; principios rectores, el norte que debe orientar nuestras acciones. La democracia y los ideales republicanos son, a fin de cuentas, una promesa. Sus falencias nos indican cuán lejos estamos aún de llegar a puerto.

El elitismo de nuestro amigo Roland lo lleva a separar al prójimo en dos grupos excluyentes: los “aptos” y los “no aptos” para entender verdades que “se esconden”. Me pregunto: ¿Por qué las verdades habrían de esconderse? ¿Por qué ser ocultas y para unos pocos? ¿No será que algunos seres humanos quieren creer que secretos arcanos, revelaciones trasnochadas, iluminaciones crípticas, los separan del resto y los hacen “superiores”? ¿No es esto, lisa y llanamente, una pretensión de poder? ¿O una sutil venganza contra la sociedad de quienes se sienten incomprendidos?¿No es el viejo instinto cavernario de poner el pie sobre el otro?

Esta separación tajante entre “aptos” y “no aptos” niega la igualdad, porque deslegitima la libertad de los “no aptos”, y les quita así su dignidad. Roland desprecia los sueños ajenos. Maldice los caminos de vida que no son los suyos. No respeta las opciones de los otros, no cree que sus aspiraciones sean legítimas. Pisotea así la dignidad de esas personas. No reconoce en ninguna de ellas a un igual. Por eso no las mira de frente. Las mira desde lo alto, desde “las cumbres del alma”, como a un rebaño, como a seres “colonizados y esclavizados”.

Lamento concluir que nuestro profeta es un enemigo de la república: no cree que todos deberíamos ser iguales; piensa que darle libertad a los “no aptos” es arrojarlos a su propia perdición; y, finalmente, su cruzada es una cruzada para destruir la democracia.

Me recorre un escalofrío.

Vamos a tener que pedirle su escudero, el escribano Zarzar, que utilice sus mañas conceptuales para aclarar (o quizás oscurecer aún más) estas rabietas tartamudas. O al menos para hacerlas digeribles. Alguna de sus sutilezas escolásticas, o sus categorías de inmanencia y trascendencia, o cualquiera de sus silogismos forzados y esas citas oportunistas (y nunca oportunas) que utiliza para esconderse en las polleras de pensadores ilustres.

Iván Pinto dijo...

Por supuesto que comparto las declaraciones de Pablo Gonzalez, sobre todo en la que se dedica a criticar el Nietzscheanismo elitista de corte fascistoide y nos hace reflexionar sobre la condicion democratica actual.
Al anonimo ¿nos conocemos?

Anónimo dijo...

visitas como las de Antonio Negri, Jaques Rancier, en el pasado Ernesto Laclau, Derrida... etc etc... la siutiquería máxima de la figuración y autoinpuesta adoración del pueblo frances por los intelectuales hace mella en este recondito y provinciano lugar que es Chile, me parece un agravio o una "rotería" que estos eventos se llenen, si que exista un país que culturalmente sea maduro. De alguna forma el exitismo de lo intelectual se hace cada vez más una parte del fetichismo tercer mundista del que somos parte.
Marc Auge, que aunque me parece muy interesante su propuesta etnográfica y antropológica, el tema es otro aquí asique lo esculpo de ello

martin dijo...

Estimado Iván.

A veces es bueno distinguir lo que queremos como lo que vemos. Es difícil, pero creo que confundes esos ámbitos en tu comentario.

A propósito de la exposición de Augé en la Biblioteca Nacional trato de reflexionar, entre otras cosas, acerca de cómo lo intelectual se ha trasformado en un instrumento para otros fines: se utiliza como fuente para el bienestar, armonía espiritual, sentido, paz interior, equilibrio psíquico, felicidad, etc. Es en ese sentido - y no en otro – que los intelectuales han devenido en "referentes a los cuales acudir sin mayores compromiso" donde podamos "entrar y salir de ellos con la misma facilidad con la que entramos a un curso de hipnosis para luego entrar a otro de magia corporal". Cuando las realidades espirituales se masifican como un bien de consumo más, no es extraño comenzar a ver este tipo de fenómenos. Quizás es uno de los precios que se paga en esta modernidad tardía que citas tú.

Otra cosa, y aquí entran tus deseos de intelectual crítico, es que estas prácticas las consideremos una desvirtuación y distorsión de lo más esencial y puro de la producción intelectual. Qué es lo más esencial de esa producción? Cuál es el rol de los intelectuales? Cómo debemos leerlos? Quizá tu nos ayudas a descífralo, pues ya nos diste algunas pistas con eso de las teorías globales el ironismo posmoderno.
Pero por lo que intuyo, te inquieta (no forma parte de tus deseos) el hecho de que se desvirtúe el pensamiento de Zizek y otros con otras finalidades que no sean politizadas o “responsables”. Entiendo que te irrite, pero tal vez y como lo han dicho en este mismo espacio, tiene que ver con la democracia y la irrupción de las masas.

Iván Pinto dijo...

Te concedo la réplica, así visto, puedo encasillar tu comentario dentro de una opinión micro-sociológica.
De lo otro.
En términos "esenciales" y "puros" acordemos que no. Aún no detecto que me molesta del comentario original, pero quizás está en ese lugar "espiritual" dónde se intenta poner escritos como los de Augé (o Zizek, u otros), en ese relamido relato de la posmodernidad como "falta de sentido" o "retorno de sentido". Pensar en términos de qué es lo que es factible y posible pensar (opción pragmática, por un lado) y, por otro, en historizar las ideas, pueda hacernos ver que una palabrita como "espíritu" tiene una carga muy específica, y tiende a poner, justamente, a la teoría en un campo abstracto y no completamente práctico ("crítico") del saber (Bordieu, de nuevo: no hay salida de la praxis). Por otro lado, también ayudaría a intentar darle una vuelta más al tema de “la democracia e irrupción de las masas” como (ok) punto de partida, pero no punto final acerca de ella misma (“no hay fin de la historia” o parece ser una opinión general, compartida por muchos, desde los culturalistas hasta la modernidad afrancesada, la filosofía italiana y, por supuesto, los marxistas revisionistas). Democracia, liberalismo, masas: son todos temas y problemas en disputa, por mucho que en ciertos circuitos intelectuales o mediáticos (revista Libros o Artes y Letras) de nuestro país no lo parezca. Por lo que la “sonrisa autosatisfecha” del liberalismo democrático (pero tb la del conservadurismo fascistoide) son dos polos a los que hay que intentar discutir.

A Simón: buen tema el de la siutiquería chilena. Soy realmente tan fanático de ese tema como del tema de la poca precisión a veces que tenemos para poder discutir (me incluyo, claro). A decir verdad, y pensando de acuerdo mi experiencia actual, me doy cuenta que “nos” (cierta juventud formada) cuesta mucho discutir con esa “sequedad” y “claridad” como se da en otros polos, por ejemplo, acá en Buenos Aires. Visto así: podemos estar en desacuerdo de los usos de ciertas teorías en nuestro país (como, por ejemplo, en el circuito de las artes visuales se usan ciertos autores a modo de capitales simbólicos conquistados), pero eso no nos debería desligar de poder discutir y enfrentar a las ideas y asuntos que están en juego. Asunto de métodos: posiblemente contextualizar, poner en tensión, no naturalizar ideas, contrastar, todas ellas quizás sean buenas formas de empezar a discutir desde los mismos textos e ideas presentes en él (nos ahorramos de pasada así las chorradas esencialistas de algunos comentarios de este post).

Dió para largo, me doy un poco de risa.

Saludos Martín y Simón.

Anónimo dijo...

Sr. González:

Primero que nada, este escribano le agradece el cumplido de "aprediz". Espero nunca dejar de serlo. De todos modos, me llama la atención que el ser aprendiz sea para ud. una ofenza. Si desdeña a los aprendices, se deduce que valora la autoridad de los maestros, tan parecidos a esos que yacen en las "alturas", a los cuales ud. critica. Insiste en las contradicciones performativas, criticando el elitismo para luego mofarse de los aprendices...

Respecto a su petición anterior de explicar lo que ud. llamó un “trabalenguas”, le pido que se esfuerce un poco (de todas formas, sospecho que lo entendió perfectamente). En lo tocante a su última alusión a mi persona – presente en su última réplica a el Sr. Ronald –, me parece totalmente gratuita. De todas maneras, rescato su valor literario. Eso sí, quisiera dejar en claro que si disiento con ud. en algunos puntos (así como coincido en otros), eso no tiene nada que ver con que tenga una relación de amistad con el Sr. Ronald, como ud. pareció insinuar. Perfectamente puedo estar en desacuerdo con un amigo. Mis relaciones de amistad no conllevan lamer miembros ajenos; me aventuro a dar por hecho que las de ud. tampoco.

He releído esta discusión y la verdad es que, como manifesté en mi referencia hacia sus escritos, lo criticable son ciertas contradicciones y algunas interpretaciones discutibles. No me parece que el Sr. Ronald sea partidario de un elitismo como el que ud. critica (y el cual yo también criticaría). Si lee con detención, no se está diciendo que el mensaje (ese "regalo explosivo") sea para aptos (lo que sería elitista), sino más bien que dicho "regalo" es el apto, ¿para quiénes?, para aquellos que "aman el peligro" o "se arriesgan a vivir sinceramente". Hay una diferencia importante: si digo "el mensaje es sólo para aptos", estoy de acuerdo en que se está haciendo una diferencia de condición entre las personas; junto con segregarlas se les condena (y esto último es lo que hace la diferencia). Pero si digo "el mensaje es apto para quienes se arriesgan...", no estoy condenando a quienes no cumplen con esas características, ya que ellas no son parte de una condición inamovible, sino que cualquiera puede entender el "mensaje" si desea "vivir sinceramente" o "arriesgarse". El "mensaje" no se le está negando a nadie. Es más, yo leo una invitación a captarlo, una exhortación a vivir sinceramente y arriesgarse (trato de mantener los términos del Sr. Ronald). Creo que "el profeta" - como ud. lo llama - busca remecer, causar cierta reflexión en el Otro. Entonces es posible distinguir un amor por el Otro más propio de un filántropo - del tipo de Sócrates, Diógenes de Sinope o Zaratustra - que de un misántropo. Me gustaría que se de cuenta de que, sin afán de introducir "mañas conceptuales" o "sutilezas escolásticas" - como ud. dice que hago - intento interpretar el texto de la manera más apegada a lo que quiso decir el autor.

En otro lugar, ud. dice que el elitismo es pretensión de verdad. La pretensión de verdad me parece un componente necesario del elitismo, pero dista mucho de ser suficiente para caracterizarlo. Por lo demás, toda aseveración conlleva una pretensión de verdad... Supongo que su postura tiene cierta pretensión de verdad, ya que de no ser así, no se explica su intervención, su comunicación en un plano intersubjetivo. La paradoja de la tolerancia es que si todo se tolera, debo también tolerar la intolerancia, es decir, las posturas que pretenden “aniquilar”mi tolerancia. Si absolutamente todos los caminos son legítimos, entonces también lo es el de un elitista, ¿no?. Concuerdo con lo de la dignidad de todos, pero eso no implica que todos los caminos elegidos por personas dignas sean legítimos. Se lo hago fácil: ¿será tan legítimo el camino de un nazi como el de un Gandhi?. Quizás la dignidad humana se gane, pero sólo estoy pensando en voz alta.

Por otra parte, no sólo los regímenes totalitarios ahogan al individuo y su singularidad. No creo que ud. no vea que en las democracias también se da este fenómeno. A menudo las masas restringen las libertades individuales y no dejan espacio para caminos no trazados, ni para el desarrollo de la excentricidad. En este sentido, el diagnóstico del Sr. Ronald - el cual comparto y al que ud. tilda de “paranóico” - es asertivo. Quizás a ud. le moleste que nombre a grandes individuos, pero mis referencias son mis reverencias: este discurso de poder, uniformador, subyacente en los “medios del buen encauzamiento” fue denunciado por hombres como J.S. Mill, Michel Foucault y Alexis de Tocqueville (¡todos padecerían de un “delirio de persecución”!). Con esto no estoy diciendo que la democracia sea completamente nociva – de hecho soy partidario de ella -, pero valorar sus virtudes no nos niega la posibilidad de criticar sus vicios, siempre para mejorarla. Como ud. bien dice, “constatar que los ideales republicanos no se realizan cabalmente no los invalida”, pero entonces no logro comprender por qué, en su primera crítica al Sr. Ronald, ud. se burla de “un paraíso que nunca existió”. Aquí también hay un ideal regulativo, como el de una democracia o república idónea. Aquí también hay una nostalgia en forma de anhelo por una edad de oro.

Espero que ponga de su parte para mantener un diálogo interesante, el cual – a mi parecer – se estaba estancando un poco. También debo confesar que siento algo de vergüenza por tomarme un espacio virtual que no me pertenece, para discutir algo que siento se ha distanciado del artículo original y que por tanto debe haber sido atractiva para pocos (ofrezco las disculpas pertinentes al Sr. Tironi). A reparar en esto me ayudaron los comentarios recientes, de los cuales me margino por no estar familiarizado con la terminología.

Saludos.

Anónimo dijo...

Sr.Iván Pinto:

Sólo quería saber si es posible que desarrolle más eso de "Nietzscheanismo elitista de corte fascistoide". Sólo si se anima, por supuesto.

Saludos.

Anónimo dijo...

Creo que de eso se trata Cristobal, ir más allá del artículo original, que a su vez es un espejo de otras interpretaciones. Quizá no hay nada absolutamente primario, y por eso mismo fingimos la realidad, la representamos y escribimos en este melódico blogger.
A qué te refieres Iván con opinión micro sociológica?
Dos cosas más. Creo que a ratos abusas del fantasma de la postmodernidad, y lo asocias a cualquier fenómeno emergente. Hay que tratar de encontrar palabras menos gruesas, no crees? Ojalá más metáforas y analogías y menos discursos aprendidos, que pueden ser justos y aclaratorios, pero incapaces muchas veces de mirar lo que hay de nuevo. En el cine eso se aplica bastante.
Martin T.

Anónimo dijo...

Por otra parte, no sólo los regímenes totalitarios ahogan al individuo y su singularidad. No creo que ud. no vea que en las democracias también se da este fenómeno. A menudo las masas restringen las libertades individuales y no dejan espacio para caminos no trazados, ni para el desarrollo de la excentricidad.
respecto de esta frase que plantea un punto muy interesante, respecto de qué es una sociedad autoritaria, recomiendo al señor que escribió esto leer al clásico herbert marcuse y su texto Tolerancia Represiva, al de moda Giorgio Agamben y ver la película camino a guantanamo.
a ver que como se ve la cosa luego de eso

Anónimo dijo...

Sr. Simón:

Le agradezco sinceramente sus referencias. Eso sí, no quiero que se me mal interprete. Cuando digo que "no sólo los regímenes totalitarios ahogan al individuo y su singularidad", no estoy ni defendiendo dichos regímenes, ni equiparándolos con uno democrático. Obviamente no hay comparación entre ambos tipos de represión. No hay dónde perderse entre un régimen totalitario y una democracia.

Gracias por su comentario.

Anónimo dijo...

Nuestro amigo Cristóbal hace un gran aporte al cuestionar que “todos los caminos de vida son legítimos”, como escribí descuidadamente en mi intervención anterior. Por supuesto, son legítimos sólo aquellos que no amenazan la legitimidad de opciones de vida distintas. En este sentido, el elitismo de Ronald no es una una opción legítima porque deslegitima la libertad de los otros y pisotea su dignidad humana.

Aquí cabe una reflexión más de fondo. La democracia no amenaza, como lo afirma Cristóbal, los caminos excéntricos. Lamentablemente, la palabra democracia está gastada por el uso y el abuso que se hace de ella. Habría que precisar. Hay cientos de definiciones. Yo me atengo a la siguiente: a secas, democracia significa simplemente un mecanismo para elegir gobernantes con el consentimiento de los gobernados. “Democracia liberal” es, en cambio, algo más ambicioso: un sistema que asegura que las opciones de la mayoría no anulan las opciones de la minoría. Una democracia liberal afirma que las personas son iguales en dignidad, y que poseen “derechos inalienables”, como “la vida, la libertad y la persecución de la felicidad” (palabras de Jefferson). En todas mis intervenciones anteriores ocupé la palabra “democracia” con este significado de democracia liberal.

Las observaciones de Cristóbal son, en todo caso, justificadas. Pero no es la democracia quien amenaza a los que eligen un camino distinto a la mayoría, sino la propia sociedad civil. Al parecer, es una inclinación atávica de los grupos humanos ver como enemigos a los que están fuera del grupo. Por eso, en las democracias liberales el Estado tiene el deber de proteger a las minorías de la discriminación. Más aún, tiene el deber de promover la diversidad. No sorprende entonces que el profeta maldiga a la democracia como a una prostituta.

Sobre la pretensión de verdad, por supuesto que es legítima. Aunque yo prefiero hablar de “aspiración a la verdad”. Pongámonos de acuerdo en qué es el elitismo. La “pretensión de verdad absoluta” (o al menos de un grado superior de verdad), además creer que no todos pueden acceder a esa verdad, es decir, la exclusión. En una frase: “el monopolio de una verdad superior”.

Sobre el elitismo de Ronald: para descifrar sus exabruptos se requiere un auténtico trabajo de exégesis. O quizás a un experto en jeroglíficos. No sé si valga la pena. Aún si el análisis sintáctico-semántico-hermenéutico de una cita lo desmintiera, me quedo con lo que destilan sus palabras. Hay que leer entre líneas. Es evidente que nuestro profeta cree que las masas son incapaces de descubrir verdades escondidas. Para que ejercites tus sutilezas, Cristóbal, te presento más evidencia: “Que pocos accedan a las cumbres del alma es algo indiscutible” “La verdad es astuta y sabia, se esconde en lugares donde nunca va el ser humano.” Yo me pregunto: ¿Cómo lo sabe?

Un pequeño reparo sobre los maestros y el elitismo: mis maestros son siempre maestros de la claridad. Y lo digo en un doble sentido. Merecen el apelativo de “maestro” aquellos pensadores que dominan a la perfección el arte de cristalizar ideas claras en palabras diáfanas. En ese sentido, los aprendices son los que todavía dan vueltas en círculo, perdidos en la penumbra de sus palabras hostiles. Luego, los maestros de la claridad irradian su sabiduría: una luz para todos, capaz de aliviar las miserias cotidianas del humilde y del docto. Sin exclusiones, sin verdades “escondidas” para unos pocos. Mis maestros son faros que nos protegen a todos del naufragio. Como se ve, no hay contradicción entre venerar a los maestros de la claridad, condenar el elitismo, y burlarse de los oscuros escribientes que pulen oropeles falsos en el sótano de las bibliotecas.

Por último, me sorprende la reflexión que sugiere que los ataques frontales son una forma de filantropía. En frases como “el mundo se ha plagado de cerdos que no se concentran en nada” Cristóbal ve un acto de caridad. Donde yo veo misantropía, él ve filantropía. Siguiendo esta idea de alabar estos escupitajos amorosos, descubro que soy el amigo que entrega más amor a Ronald: en vez de mimarlo celebrando sus rabietas escalofriantes, como hace Cristóbal, yo las enfrento y las combato con humilde persuasión, y con el objetivo filantrópico de sacar a nuestro amigo de su error.

Anónimo dijo...

Sr González:

Me alegra ver que vamos aclararndo ciertos puntos. Gracias por su colaboración.

Respecto al tema de la democracia, creo que estamos de acuerdo. Soy también partidario de esa democracia más ambiciosa, llamada "liberal". Coincidimos finalmente en que es efectiva una amenaza a quienes toman un camino distinto del de la mayoría. Como es posible apreciar en mis comentarios anteriores, hablé de la sociedad, para sólo ahora hablar de democracia, quizás de un modo no del todo correcto. De todas maneras, creo que en muchas oportunidades esos gobiernos electos por la mayoría dejan de lado el ideal de una democracia liberal, homogenizando a la sociedad, incluso tomando en cuenta a la mayoría sólo cuando la necesita para asentarse en el poder.

Entiendo lo de sus maestros. Creo que los míos son los mismos. Pero cuando traté de introducirlos en mi primer comentario, se me tildó de pedante y arrogante. Otras personas han citado autores, sin ni siquiera tratar de explicarlos o al menos enunciar a lo que se refieren (no los estoy criticando por no hacerlo), pero cuando yo intenté traer claridad y hacer los conceptos accesibles para quienes no están familiarizados con la terminología, se tomó como si quisiera "consignar autoridad". En fin.

No veo un acto de caridad en frases como "el mundo se ha plagado de cerdos que no se concentran en nada", es sólo que la pasé por alto. Tiene razón, eso da para interpretar como ud. lo hace. Sin embargo, y a pesar de tales rudezas, aún me parece que es posible interpretar un intento por causar un cambio en quienes no se cuestionan por qué hacen lo que hacen. Puede ser que esté poniendo demasiado de mi parte en esta exégesis, pero no siento que le esté haciendo mal al Sr. Ronald con mis comentarios (a los cuales ud. llama de nuevo gratuitamente, "mimos"), porque no creo que él quiera decir lo que ud. plantea. Quizás lo mejor sería que él mismo nos aclarara un poco su posición, ojalá ahora en una lenguaje menos poético.

Saludos.

Guille Chiliztli dijo...

¿ falta de sentido ?
Mejor falta de re-sentidos!!!

Marc Augè es simpàtico; un etnografo urbano de metro y no-lugares. La desterritorializaciòn esta de moda entre los neo-nihilistas-pusmodernos en busca de sentido....

Pero los lugares estan allì tambièn..como esa sala repleta de la BN siguiendo la liturgia Snob, pseudo intelectual. Escuche al señor Auge, nada nuevo !! ya habìa leido todo lo que dijo. Mire los libros,pero todavia estaban caros, prefiero fotocopiarlos de alguna Biblioteca Universitaria.
Eso si vi unas chicas que me dejaron la boca abierta!!!, valio la pena la visita.

Anónimo dijo...

Al parecer, se han calmado los ánimos y hemos alcanzado consenso en varias cosas. Bien por nosotros. Mal por quienes leen este blog. Sospecho que querían ver más sangre.

Todavía noto que el señor Zarzar está enojado porque no lo dejamos sermonearnos. Pero advierto una sana evolución en sus intervenciones. Ya no manda a nadie al psiquiatra.

El profeta se ha quedado solo en su furia. El señor Zarzar le pide algunas aclaraciones. Yo pido más, algunas retractaciones. Esperamos que aparezca pronto. Si no lo hace, vamos a pensar que no nos encuentra “aptos” para comprender sus iluminadas palabras.

Iván Pinto dijo...

Martín, te doy la razón con darle una vuelta al tema "posmodernidad", la pregunta es cual vuelta y hacia dónde. No hay salida de los relatos ideológicos y, bueno, por cierto que por eso se discute (en perspectiva de salir de eso). Los fenómenos complejos que mencionas, espero que no sean "la falta de sentido de la vida contemporánea" (no se qué complejidad puede haber ahí).

Volviendo al tema del lenguaje, me doy cuenta de lo limitante que es discutir por acá.

Gracias al sr. Gonzalez por la aclaración sobre "democracia liberal", la pregunta es si ahí se acaba o empieza todo en los tiempos que corren.

Sobre nietzscehanismo de corte fascistoide. No está muy lejos del elitismo. No olvidemos que los usos de Nietszche no han sido pocos y variados, y una de ellas ha sido para validar posiciones políticas de corte totalitario. Sin ir más lejos, el mismo Foucault aceptaba como una línea de fuerza de su pensamiento (influenciado, como sabemos, por N.) a combatir (de ahí, su posterior preocupación, en conjunto con Deleuze de eliminar al "fascista interior").

Las preguntas de las que no salimos aún (y esto a propósito de las posibilidades "calculadas" de la democracia liberal, condicionante de cualquier otra posibilidad) creo que no salen de las esferas de la tríada Marx-Nietzche- Freud y, quizás, (depende quién, como) Heidegger.

Anónimo dijo...

Sr. González:

Admiro su capacidad para "notar" lo que no se manifiesta. ¿Tengo algún motivo para estar enojado? Deje de traicionar su prosa; ella deja de brillar cuando no está acompañada de contenido. Se está convirtiendo en un incontinente de las difamaciones gratuitas.

Saludos.

C. dijo...

Cristóbal:
Eres medio rubio de rastas???

Saludos.

Anónimo dijo...

Cata:

Así es, además de latero, pedante, pretencioso, inculto y arrogante, como bien dijiste antes.

Saludos.

Anónimo dijo...

Yo no he tenido la suerte de conocer a Cristóbal, así es que, si les parece bien, les propongo que nos tomemos un café uno de estos días. Por ejemplo, el domingo en Lastarria. ¿Les tinca?

Me quedo preocupado porque al parecer tenía razón cuando "noté" su enojo. Los epítetos calaron hondo en su alma. Ojalá que si lo invitamos a un café se sienta querido (JA JA... es broma por supuesto).

Saludos. Ojalá que se sumen...

Anónimo dijo...

me parece increible este espacio, como reticulas reticulas cobijadas ese no lugar. la seccion del post como la alegoria de la visibilidad y el ocultamiento cabisbajo-

muy buen blog lo linkeare con el mio

leartoflife.blogspot.com

martin dijo...

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