lunes, mayo 01, 2006

The great ecstasy of Robert Carmichael



Desde un principio se intuye que la película terminará mal. La duración de los planos, la luz tenue, la frialdad de la cámara para mostrar a los personajes y la desolación de los paisajes son algunos de los elementos que permiten anticipar el temple de la cinta. Al más puro estilo del naturalismo inglés, la mayor parte del metraje se concentra en registrar pequeños bloques de vida cotidiana: escenas de apoderados conversando, trabajadores bebiendo cervezas en un bar, adolescentes drogándose montados sobre un monumento, una pareja adinerada disfrutando la tarde, una sala de clases, niños viendo televisión. El dramatismo aparece disperso en una dinámica social aplastante y tragada por el transcurrir del tiempo. El foco de atención no lo asume ningún protagonista central, sino una cámara contemplativa, a ratos antropológica, que no sugiere nada en particular y más bien muestra lo que hay. Son imágenes, sin embargo, que guardan algo opaco, algo que no se acaba de ver del todo, un secreto tras del cual se esconden excesos y pulsiones inconfesadas. Por lo mismo, este formalismo distante y de baja intensidad desde un punto de vista narrativo, es lo que permite al director construir un discurso crítico y principalmente moral sobre la vida contemporánea.

The great ecsatasy of Robert Carmichael funciona como una despiadada sátira del mundo capitalista y plantea con fuerza el tema de la violencia en la sociedad actual. Esto se refleja en la que quizá sea la mejor escena de la película, en la que Robert se encuentra sentado en un sillón viendo las imágenes de la guerra de Irak mientras en la pieza contigua sus amigos violan a su compañera de clase y otro pone música tecno. El filme realiza un claro paralelismo entre la violencia a gran escala (guerras mundiales) y la violencia micro, aquella generada por frustraciones y abusos cotidianos. En palabras del mismo director (Thomas Clay) en una entrevista al periódico francés Le Monde: “la guerra de Irak es un reflejo del egoísmo imperante, al tiempo que nuestra vida cotidiana esta influenciada por esa misma actitud”.

Se ha dicho que The great ecstasy…. es la Naranja Mecánica del siglo XXI. Creo que la comparación le queda grande; lo que si es cierto es la similitud del look de Thomas Clay con la del director de 2001: Odisea en el espacio.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Para que sepas que alguien lee. No todas, lo admito, pero algunas.

pablo minolta dijo...

Buen comentario. Se ve buena.

Anónimo dijo...

Me gustó el de los admiradores. Reconozco que cuando veo películas las veo no más..así que que un amigo las piense y lo comparta me va muy bien. ¿En qué lugar del mundo estás ahora?

Anónimo dijo...

Paris. regreso ahora en pocas semanas mas.